LABLangile Abertzaleen Batzordeak

Para quien haya visitado Palestina alguna vez, siempre habrá un "antes" y un "después", la visita te marca. El sufrimiento y las atrocidades que cotidianamente vemos en los medios de comunicación al referirse al conflicto palestino-israelí, adquieren a partir de ese momento nombres y apellidos de gente que conoces; la humillación que suponen el Muro, los check points o controles israelíes a la salida de cada pueblo palestino, los puedes entender porque los conoces y has visto de cerca en qué consisten. Los cultivos, las fábricas arrasadas, las localidades palestinas donde la gente vive al límite de la subsistencia y rodeadas por colonias sionistas que ostentan todos los lujos imaginables, permanecerán en la retina de quien haya viajado por Palestina. Lo mismo sucede con los Altos del Golán sirios, ocupados hoy día por Israel también. Todo eso no se olvida ya nunca.

Una de las bases en las que se asienta el modelo económico capitalista es el control del máximo posible de mercados de recursos energéticos, obviando en la práctica el gran problema ambiental, social y sanitario derivado de las formas predominantes de producción energética. Si bien hace ya tiempo que las instituciones internacionales son conscientes de que esta civilización no podrá subsistir en el futuro si no se tienen en cuenta los límites de las fuentes energéticas, la adopción de medidas se hace esperar más de lo conveniente.

Bajo la intención de construir en Europa la economía mas competitiva del mundo, asistimos a la profundización de políticas de empleo y protección social basadas en la flexibilidad y el recorte y privatización de la protección social. Las apelaciones a la necesidad de "modernizar" el derecho laboral, la flexiseguridad como alternativa, esconden la precarización de las relaciones laborales, la intensificación de los ritmos de producción y la insuficiencia del salario para acceder a unas condiciones de vida digna.