Las condiciones de trabajo y de vida de la mayoría de las donostiarras están empeorando constantemente y es la palabra construir la que más escuchamos en nuestra ciudad. La ciudad que están construyendo, precisamente, es aquella ciudad de postal basada en el turismo, anteponiendo los intereses de unos pocos a las necesidades de la ciudadanía.
La falta de reparto del trabajo de cuidados, la precariedad permanente, la negación del salario mínimo propio, la vulneración del derecho a una vivienda digna, la privatización de los servicios públicos, el encarecimiento de la vida y, en general, la discriminación y opresión que sufrimos diferentes sectores de la clase trabajadora se han convertido en el pan nuestro de cada día.
Ante el constante ataque del capital, las trabajadoras donostiarras tenemos claro que es el momento de ser dueñas de nosotras mismas, organizarnos por el derecho a una vida que merezca la pena ser vivida y pasar a la ofensiva.
¡ATENTAS A LAS CONVOCATORIAS!

