2024-04-20
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“El trabajo en común es necesario, tanto para LAB como para ELA, pero, sobre todo, para las y los trabajadores vascos”

Igor Arroyo, Secretario General Adjunto de LAB

“El trabajo en común es necesario, tanto para LAB como para ELA, pero, sobre todo, para las y los trabajadores vascos”

En el sector educativo, en el colectivo de profesoras y profesores de la educación pública no universitaria de la CAV, se han realizado siete huelgas. ¿En qué momento están las movilizaciones y las negociaciones?
El segumiento de las últimas dos huelgas ha rondado el 70% en el sector de las y los profesores. Es evidente que el profesorado pide la concreción de medidas relacionadas con la calidad de la educación. No ha habido mesa negociadora desde finales de enero; pese a los avances producidos en ciertos temas, el Gobierno Vasco no ha dado respuesta adecuada a ciertas peticiones fundamentales, entre ellas, la mejora de los ratios, recursos complementarios y la garantía de realizar sustituciones desde el primer día. Mientras no haya movimientos al respecto, el conflicto seguirá adelante.

En algunos colectivos, tanto en las cocinas y en la limpieza como en haurreskolak, el acuerdo ha sido posible.
Logramos reactivar la negociación en los colectivos laborales de la educación, tras años de bloqueo, y después de la exitosa huelga del 12 de diciembre pasado. Cada colectivo tiene su problemática y sus reivindicaciones, pero, en general, podemos decir que hemos conseguido hacer frente a algunas deficiencias históricas.

En el caso de las cocinas y la limpieza, se han mejorado los ratios de forma notable y se han creado nuevos puestos de trabajo; en haurreskolak, por su parte, se cubrirán las sustituciones desde el primer día sin condiciones; y en los dos colectivos, se han acordado convocatorias públicas que doten de estabilidad a las y los trabajadores.

Por último, para el sindicato cobra mucha importancia el acuerdo, aún no suscrito, logrado en educación especial. Con el acuerdo que está sobre la mesa, se puede mejorar de forma notable las condiciones laborales que ha sufrido este colectivo en los últimos 20 años. Se recoge, entre otras cosas, la definición de los puestos, la mejora de los ratios y una convocatoria pública para 260 puestos de trabajo. De momento, no hemos conseguido la mayoría que hubiésemos querido; estamos a la espera de la decisión del sindicato Steilas, que ve el acuerdo con buenos ojos.

ELA ha arremetido contra LAB, utilizando el conflicto de la educación como excusa. ¿Cómo se entiende esto?
El trabajo en común entre ambos sindicatos vive tiempos difíciles. Tal y como hemos visto, ELA ha decidido dirigirse a la opinión pública; se ha dedicado en los últimos meses a construir el relato que necesitaba para ello. Esta sería la tesis: LAB no está dispuesta a convocar huelgas y, a falta de acciones reivindicativas, no hay acción estratégica. Ha utilizado los desacuerdos que tenemos en educación como ejemplo. Para ELA, LAB no tiene voluntad de hacer huelgas porque LAB ha desconvocado las huelgas en Haurreskolak Partzuergoa, educación especial y en el colectivo de cocinas y limpieza. Por lo tanto, según la tesis de ELA, el trabajo en común no es posible en esas condiciones. Esa tesis no tiene ni pies ni cabeza.

Para empezar, en el sector educativo, las huelgas nos han permitido lograr acuerdos; sin huelgas, no hubiésemos logrado los logros históricos consechados. Además, hemos mantenido la huelga en el colectivo de profesoras y profesores, que supone el 84% del sector. ¿Por qué? Por la sencilla razón de que las huelgas convocadas hasta el momento no han sido suficientes para lograr los objetivos mínimos establecidos.

Si ampliamos el foco más allá del sector de la educación, el relato de ELA es todavía más absurdo. Y es que, el día en el que Txiki publicó su artículo, las y los trabajadores de Alfa (LAB 3, ELA 2) cumplieron 100 días en huelga. Mirando al pasado, recuerdo los casos en los que, mientras era portavoz en Nafarroa, fui testigo de huelgas desconvocadas por ELA en contra de la opinión de LAB; por ejemplo, Faurecia, Funvera o en el transporte urbano de Iruñea. En casos más recientes, LAB ha sido quien ha insistido en poner la opción de la huelga encima de la mesa en todas las subcontratas públicas de Nafarroa, en caso de que no se recogiera la subrogación y claúsulas sociales en la ley de contratos públicos. En el caso de la CAV, puedo citar el caso de Euskotren, donde ELA tuvo una actitud activa en contra de la huelga; o el caso de la OTA de Bilbo, donde desconvocó la huelga sin que se hubieran logrado los objetivos mínimos acordados en la asamblea de trabajadoras y trabajadores.

Pero, ¿a dónde nos lleva la lucha por demostrar cual de los dos sindicatos es más guerrillero? Para LAB, no nos lleva a ninguna parte. Seamos sinceros: tanto LAB como ELA convocamos y desconvocamos huelgas en función de la valoración que hacemos de cada proceso de lucha en cada momento.

Desde nuestro punto de vista, deberíamos centrar nuestras fuerzas en la construcción de una estrategia sindical común de lucha para, de esa forma, gestionar conjuntamente las huelgas, así como los logros a través de ellas. En lugar de eso, parece que ELA quiere poner en el centro su forma de entender la huelga y su caja de resistencia.

LAB hace una apuesta clara por las huelgas, tanto de palabra como con hechos. Defendemos huelgas eficaces y activas, estableciendo bien los objetivos y realizando el diseño adecuado para cada caso, siempre con el fin de que las y los trabajadores sufran el menor costo posible y podamos ejercer sobre la patronal la mayor presión posible. Tenemos una estrategia propia para promover huelgas (una acción sindical renovada para empoderar a las y los trabajadores), tenemos nuestras propias herramientas, entre ellas, una potente Borroka Kutxa. Pero, lo dicho, el trabajo en común requiere realizar un diseño conjunto, en lugar de que uno haga suyo el del otro.

¿En qué punto está el trabajo en común entre ELA y LAB?
Ambos sindicatos llevamos año y medio profundizando en el trabajo en común. En noviembre éramos optimistas, veíamos de forma clara el gran esfuerzo que estábamos haciendo los dos sindicatos para dar pasos en ese trabajo en común desde la posición de cada uno.

Respecto a la acción sindical, estábamos promoviendo huelgas en diferentes ámbitos de los servicios públicos, principalmente en la CAV; también veíamos posibilidades de acudir a la huelga en algunos sectores de los servicios privados; y estábamos elaborando un acuerdo general para la industria, con objeto de denunciar el bloqueo de los convenios del sector y para revitalizar luchas de empresa a empresa para lograr convenios.

En cuanto a la acción sociopolítica, la declaración hecha pública en septiembre por los dos sindicatos tenía potencial para incidir en el proceso soberanista que conduzca al cambio social y político; asimismo, trabajamos conjuntamente en la denuncia de la represión contra Catalunya, así como en el tema de la ponencia de autogobierno de la CAV y la crítica a los presupuestos elaborados por las instituciones de Euskal Herria. Caminábamos más despacio de lo que hubiésemos deseado, pero entendíamos que profundizar en el trabajo en común en el ámbito de la acción sindical podría deparar resultados positivos en general y en la acción sociopolítica, en particular.

Sin embargo, a partir de noviembre, notamos un cambio por parte de ELA. En el ámbito de acción sindical, ELA rompió las reglas de juego básicas para el trabajo en común, tanto en los conflictos de la recogida de residuos de Gipuzkoa como en la empresa Eurest, una de las colectividades principales. En ambos casos, ELA priorizó su propia gestión por encima del trabajo en común, rompiendo la confianza. En el caso de Eurest, además, dio por bueno un acuerdo que debilitaba la lucha contra la estatalización: acordó con la empresa la aplicación del convenio de aquí, pero solo para las y los trabajadores de Bizkaia y únicamente para las personas que están trabajando (no para las nuevas contrataciones), todo esto, además, con una claúsula inaceptable: en caso de que los juzgados dictaminen que los convenios estatales tienen prioridad, se aplicaría el convenio estatal en Eurest.

Por otro lado, también recibimos con preocupación el mensaje de ELA de relativizar la defensa del empleo en algunas empresas del ámbito industrial; por ejemplo, nos echaron de la mesa de negociación de Gamesa-Siemens por no aceptar el recorte de los puestos de trabajo. Todos estos ejemplos nos indicaron que existían dos nudos que debíamos desatar: reglas de juego para el trabajo en común y estrategía sindical.

En cuanto a la acción sociopolítica, percibimos la tentación por parte de ELA de dar marcha atrás en los pasos dados. En lugar de promover una dinámica firme entre LAB y ELA tanto en los centros de trabajo como en la calle y acometer el reto de estructurar una agenda compartida con la izquierda política, ELA volvió a la reflexión que alimenta el inmobilismo y la frustración: no hay políticos de izquierdas, no hay una oposición real, no se dan condiciones para impulsar un proceso de país, etc…

¿Dónde están los mayores desacuerdos con ELA en el ámbito de acción sindical?
En primer lugar, tenemos estrategias sindicales diferentes. Ambos sindicatos estamos intentando empoderar el sindicalismo en el nuevo terreno de juego establecido por la reforma laboral y el proceso de precarización, pero con fórmulas diferentes.

LAB ha ideado un proceso completo para reformular el sindicalismo y hemos tomado algunas decisiones: abrir una fase de confrontación con la patronal; impulsar una acción sindical permanente que supere el terreno de juego de la negociación colectiva; o, dentro del camino de reconstrucción del sujeto de clase, realizar una oferta de lucha y organización a diferentes sectores de trabajadoras y trabajadores. ELA también ha hecho su propia reflexión. En algunos temas, hemos acercado posturas de forma notable; en relación a los ámbitos de negociación, por ejemplo: ambos consideramos necesarios los convenios de sector y ambos consideramos, aún con matices en las razones, que debemos promover la lucha en favor de los convenios de empresa.

Por otro lado, sin embargo, estamos preocupados por la tendencia de ELA de relativizar los contenidos según el caso; es evidente que hay que amoldarse a cada lugar, pero para LAB es fundamental desarrollar una estrategia sindical coherente. ELA no ve necesario profundizar en ese debate, argumentando que es mejor acordar diseños de lucha en los espacios donde hay posibilidades. Precisamente, el problema es que el hecho de tener estrategias sindicales diferentes ha hecho que surjan choques en algunos de esos espacios, bloqueando el trabajo en común.

¿Y en cuanto al ámbito político?
ELA no ve condiciones para desarrollar en la práctica la declaración de septiembre, puesto que considera perjudiciales las expectativas creadas entre los partidos políticos sobre hipotéticos acuerdos de país. LAB también tiene su propia opinión respecto a las interpelaciones, ofertas o propuestas que se hacen en el ámbito político, pero entendemos que eso no puede ser excusa para no activar el carril entre LAB y ELA. Por el contrario, si queremos que la visión social cobre fuerza en el debate político, si queremos incidir en la deslegitimación de las políticas neoliberales, lo mejor que podemos hacer es activar ese carril.

En nuestra opinión, son momentos para las acciones, más que para las palabras. La exitosa huelga del 8 de marzo o las movilizaciones de las y los pensionistas demuestran que se puede incidir en la agenda política desde el ámbito social. Organicemos movilizaciones masivas en favor del marco vasco de relaciones laborales, unamos fuerzas en la lucha por un sistema propio de pensiones, fortalezcamos organizativamente y políticamente la Carta de Derechos Sociales.

LAB anunció a principios de curso que sería un año para activar las luchas en el ámbito laboral. Estamos en ello.
Este curso estamos empezando a desarrollar las decisiones adoptadas en el Congreso. Respecto a la acción sociosindical, estamos haciendo un esfuerzo para acercarnos a aquellos sectores precarizados que hasta ahora han visto el sindicalismo como algo lejano. En este sentido, hemos realizado una caravana itinerante de casi dos meses por pueblos y barrios de toda Euskal Herria. Estamos organizando “Ostiral duinak” o “viernes dignos contra la precariedad” en diferentes localidades. Estamos aprendiendo de diferentes experiencias organizativas a través de talleres sindicales con manteros y trabajadoras del sexo. Nos hemos dejado la piel con la huelga feminista del 8 de marzo y estamos aportando significativamente a la marea de pensionistas.

Por otro lado, estamos renovando nuestra acción sindical, con el establecimiento de unos contenidos mínimos (líneas rojas) para todos los ámbitos y un amplio abanico de propuestas, medidas e iniciativas de lucha para atajar la precariedad. En este sentido, hemos publicado una novedosa Guía de Acción Sindical como referencia para generar un mapa de luchas en sectores y empresas.

No es fácil, pero empiezan a verse los frutos: Carrefour Oiartzun, Stapples, Artiach, La Misericordia, limpiezas del Ayuntamiento de Orereta, TRADISA, Transportes PESA, Museo Bellas Artes, Euskotren de Donostia, CEMOSA, JASO, CAF, Gamesa Asteasu, Prodema, Smarcmec, Plastibor, Rothenberger, Sin Fronteras…

A nivel sectorial, hemos coprotagonizado buenos acuerdos, además de en los colectivos laborales de la Enseñanza de la CAV, en los convenios de Alimentación y Limpieza de Bizkaia, Limpieza Viaria y Textil de Gipuzkoa y en los acuerdos marcos de audiovisuales y hostelería de la CAV.

En Ipar Euskal Herria, hemos establecido un sistema de alarma para evitar que las empresas rebajen las condiciones laborales por debajo del sectorial, desactivando de esta forma la Ley Macron, equiparable en este aspecto a la reforma laboral del PP.

Se puede decir que estamos en un buen momento como sindicato, con una gran cohesión interna, con una estrategia sindical renovada y, además, con máximos históricos en las elecciones sindicales. Sin embargo, para nosotras y nosotros el sindicato no es un fin en sí mismo, sino un instrumento. Y teniendo en cuenta la grave situación que atraviesa la clase trabajadora, debemos huir de toda autocomplacencia. El reto es mejorar la correlación de fuerzas respecto a la patronal y, para ello, es necesario profundizar en la alianza intersindical.

La situación política y social requiere unir fuerzas
Sin duda. Vivimos una doble involución. Por un lado, siguiendo los dictados del IBEX-35, el tripartidismo renovado que conforman PP, PSOE y Ciudadanos nos hn impuesto una involución social. Después de rescatar a los bancos con dinero público, recogieron en la Constitución española el artículo 135, que da prioridad al pago de la deuda. Con el límite de gasto y las reglas impuestas para los servicios públicos, han limitado por completo las políticas públicas y van camino de acabar con las pensiones públicas. En el ámbito laboral, la patronal está promoviendo el proceso de precarización, alentada por la reforma laboral.

Por otro lado, hemos sido testigos de nuevos pasos hacia la involución política. Con la Ley Mordaza en la mano, la Audiencia Nacional española está imponiendo condenas inaceptables contra la disidencia y el Tribunal Constitucional está eliminando leyes acordadas en parlamentos de Hego Euskal Herria u otros territorios; por ejemplo, la ley de las 35 horas en la CAV o, en lo que respecta a Nafarroa, la ley que recoge la gratuidad de la sanidad universal, la referente a la ayuda farmaceútica o la relacionada con el derecho a la vivienda. El tripartidismo está imponiendo una nueva LOAPA por medio del sistema judicial que tiene a su servicio. Y el artículo 155 ha supuesto un nuevo paso en ese camino. Tienen en el punto de mira los derechos de las y los ciudadanos (perjudicando, además, a las personas que están en peor situación); el autogobierno y la capacidad de decisión; la propia democracia.

Frente a esa doble involución, las y los trabajadores vascos tenemos un doble reto. Desde el punto de vista de país, nuestro reto es lograr plena capacidad de decisión en el ámbito político, social, económico y cultural. Desde el punto de vista de clase y desde el feminismo, nuestro reto es utilizar esa capacidad para construir un nuevo modelo económico y social que ponga la vida en el centro. Para repartir el trabajo, para repartir la riqueza, para garantizar la justicia social y la igualdad, para todo ello, queremos la soberanía.

El sindicalismo vasco tiene que incidir en ese doble reto, siguiendo los parámetros de la declaración realizada por LAB y ELA en septiembre de 2017. Empezando por la acción sindical del día a día en los centros de trabajo hasta las movilizaciones sociales a pie de calle, el sindicalismo vasco debe ejercer de agente para impulsar el proceso para el cambio social y político.

¿Ves posibilidades de continuar con el trabajo en común?
Podemos decir que el trabajo en común está en crisis en estos momentos y no sé cuanto tiempo necesitaremos para superar la crisis. Superar, la deberemos superar tarde o temprano. Al fin y al cabo, el trabajo en común es necesario, tanto para LAB como para ELA, pero, sobre todo, para las y los trabajadores vascos. La gente no entendería que no uniésemos fuerzas en una situación como ésta.

Ambos sindicatos tendremos que trabajar duro para desatar los diferentes nudos: reglas de juego para el trabajo en común, estrategia sindical conjunta, gestión de las cajas de resistencia y de lucha, función del sindicalismo en el proceso político, agenda compartida en el espacio de izquierdas. Deberíamos abordar todos esos temas sin prisa, pero sin perder tiempo. LAB está dispuesto a ello.

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